Basilique Saint-Denis, necrópolis de los Reyes de Francia en París

La basílica de Saint-Denis es una iglesia de estilo gótico situada en Saint-Denis. Fundada como abadía, tiene también el estatuto de catedral desde 1966.

Ya, desde el Bajo Imperio, existía un cementerio en Saint-Denis. En el siglo IV se erigió un mausoleo en el mismo lugar en el que se encuentra hoy el altar mayor. En el siglo V, Santa Genoveva adquirió las tierras colindantes e hizo construir una iglesia que fue ampliada por dos veces durante la época merovingia, especialmente durante el reinado de Dagoberto I. Hacia el año 630 fue enterrado en ella Saint-Denis (primer obispo de París) junto con dos de sus compañeros. Hacia 750 se empezó a construir un nuevo santuario por orden de Pipino el Breve. Durante la época carolingia se construyó una iglesia en forma de basílica, con tres naves y un transepto. La misma fue renovándose con el transcurso de los años hasta el siglo XIV.

La primera construcción era, realmente, de estilo románico. La abadía benedictina de Saint-Denis era un edificio prestigioso y rico, gracias a la intervención de Suger, abad de la misma de 1122 a 1151. Suger, consejero de Luis VI, el Gordo y de Luis el Joven, quería renovar la antigua iglesia carolingia para poner de relieve las reliquias de Saint-Denis, situándolas en un nuevo coro: para ello era necesario una importante elevación de los ventanales que dejaban pasar la luz. Suger decidió acabar la construcción de la iglesia principal de su obispado y se inspiró, para ello, en el nuevo estilo (que ya se percibía) en la catedral de Saint-Étienne de Sens.

En 1140 hizo construir un nuevo edificio occidental, inspirándose en los modelos normandos de la época romana. En 1144, la consagración del coro de la basílica representó el advenimiento de una nueva arquitectura, considerada la primera manifestación plenamente gótica. Retomando el principio del deambulatorio a la capilla absidal y duplicándola, decidió yuxtaponer las capillas, antes aisladas, separándolas por un simple contrafuerte. Cada una de las capillas recibiría la luz a través de unos grandes ventanales gemelos decorados con vidrieras. El abovedado adoptó la técnica de la cruz de ojiva que permite repartir mejor la fuerza de las columnas. Con Suger la abadía adquirió más importancia; en ella se guardaban las regalías y se convirtió en una necrópolis real y dinástica. Desde el fallecimiento de Hugo Capeto la basílica contiene las tumbas de los reyes de Francia, excepto la de Felipe I que fue enterrado en el monasterio de Saint-Benoît-sur-Loire. A la abadía de Saint-Denis, los reyes de Francia acudían a orar y coger la Oriflama antes de ir a la guerra o a las cruzadas.

Actualmente el monumento está abierto al público y está dividido en dos espacios:
  • la nave y los laterales que sirven de iglesia en la que tienen lugar las ceremonias religiosas;
  • el transepto, el coro y el deambulatorio, así como la cripta, albergan un museo en el que hallan expuestas las tumbas de los reyes y reinas de Francia, así como las de muchos de sus servidores. El museo permanece cerrado durante las ceremonias religiosas. Son verdaderamente destacables los mausoleos de Luis XII, de Ana de Bretaña, de Francisco I y el de Enrique II.

Otra de las numerosas obras de arte que se encuentran en la basílica es el primer Órgano construido por Aristide Cavaillé-Coll. Este instrumento, construido en 1840 por Aristide cuando sólo tenía veintitrés años, conlleva un número considerable de innovaciones convirtiéndolo en un prototipo único en el mundo, iniciando la era del órgano romántico (aunque sea considerado, asimismo, como el órgano clásico francés). Dotado de sesenta y nueve juegos repartidos en tres teclados y pedalero (más cuatro teclados manuales) se conserva, casi íntegramente, su estado original y es, sin duda alguna, uno de los más hermosos instrumentos de Francia.

El historiador Georges Duby describió la basílica como un prototipo de la teología de la Luz, definida por el abad Suger, que tomó como modelo el pseudo Dionisio Areopagita. Esta teología fue utilizada para la construcción de las catedrales de Europa durante los siglos XII y XIII, dando origen a la arquitectura religiosa gótica.

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